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Francisco Javier Luque Castillo
viernes, 6 de marzo de 2009
Cartel web "La Levantá"
Bueno, siguiendo en la misma temática que en la entrada anterior (fotografías), tengo el honor y el orgullo de contar entre los distintos premios y menciones por mis obras fotográficas, con el recientemente presentado I Cartel de la Web “La Levantá”.
Fue hace un mes y medio aproximadamente, cuando Víctor se puso en contacto conmigo, por si quería cederle algunas fotografías para este proyecto que tenía en mente, proyecto, al que tantas horas le ha dedicado buscando patrocinadores, personas para que les cedan sus fotografías, selección de las mismas…
Yo acepté, quedamos y se seleccionaron varias fotografías que cumplían con los requisitos que se buscaban para el cartel. Estas fotos se unieron a todas las fotografías ofrecidas por otros colaboradores de la Web.
Cual fue mi sorpresa, que hace unas semanas, Víctor me dijo: “Oye Francisco, que nos hemos reunido, y hemos seleccionado una fotografía tuya para el Cartel”, y esta alegría por la noticia, se vio aumentada cuando me dijo que era la fotografía de la quema de las Cruces con la Soledad, que tenía por título “Ardiente Soledad”.
Esta fotografía, a pesar de lo que puedan pensar algunos, es una fotografía buscada, no “salió de potra”, sino que está hecha a conciencia. No es una fotografía típica del Cartel de Semana Santa, ni tampoco es una fotografía que busque un perfil bonito de una imagen.
Explicaré un poco la simbología de la fotografía, y el por qué la Virgen no está enfocada.
Cuando tomé la fotografía, buscaba este efecto: la llama, el símbolo de la Vida, Jesús Resucitado. Luego, observándola detenidamente y analizándola, encontramos toda esta simbología:
La Cruz ardiendo, nos recuerda a la llama de la hoguera, que se enciende el sábado de Gloria, de la que se enciende el Cirio Pascual, que representa a Jesucristo Resucitado, “La Luz del Mundo”.
Por otro lado, en la fotografía, no se ve la Cruz entera, y esto nos recuerda (por lo menos a mí), a los oficios del Viernes Santo. Recuerdo cuando ayudaba de monaguillo a Don Cristóbal, con la imagen de Cristo Crucificado, y se iba quitando el paño morado de los brazos de la Cruz, destapándola poco a poco mientras se cantaba: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada, la salvación del Mundo” “Venid a adorarle”.
Bueno, pues esta fotografía, nos recuerda a ese momento, una escuadra de la Cruz, ardiendo (Jesucristo resucitando). Detrás, vemos a María de Nazaret, aquella niña elegida por Dios para ser madre de Jesús, por su sencillez, su inocencia y su pureza. Una Madre, que ha aceptado una vez más la voluntad de Dios Padre, en Soledad, esperando este ansiado momento de volver a ver a su Hijo, al que busca al anochecer.
Pero no la vemos con claridad, nos llama la atención, nos fijamos, e intentamos saber quién es esa mujer que está en segundo plano. Lo que destaca, es la “LUZ”. María, una vez más, y al igual que en su vida, “pasa desapercibida”, no destaca en la fotografía, aunque está ahí, como en todos los momentos importantes de la vida de su Hijo, al igual que en los momentos importantes y difíciles de nuestra vida.
Por otro lado, podríamos ver la fotografía desde el punto de vista de San Juan, del Discípulo Amado. Desde la Cruz, Jesús le da a su amigo lo único que le quedaba: su Madre. Desde entonces, el discípulo la acogió como Madre, y la acompañó.
Piensa… ¿No estaría Juan con María en estos duros momentos? Pensamos que sí, ya que María, físicamente, no estuvo sola, siempre estuvo acompañada. Su AUTÉNTICA SOLEDAD, es la que siente en su corazón, debido al vacío por la pérdida de su Hijo; su Soledad, es la que siente también porque piensa que Dios le ha fallado, que la ha abandonado.
Desde este punto de vista, vemos como Juan (autor del Apocalipsis, lleno de símbolos que nos dice que en medio de la desesperación, allí esta Dios, que Dios actúa), entre lágrimas, presiente que Jesús resucitará. María esta borrosa, pues después de largas horas de sufrimiento y de llanto (los que hemos llorado la pérdida de algún ser querido lo hemos comprobado), tras mirar durante largo rato a María, manteniendo la mirada fija, esa visión se desenfoca, sobre todo si se esta viendo pero no “mirando”, y pensando en esa Persona que ya no está.
Pues bien, esta es la simbología de la fotografía, tan aclamada por unos e incomprendida por otros.
Desde aquí quiero dar las gracias a Víctor, además de mi más sincera enhorabuena por la gran labor que está haciendo por dar a conocer la Semana Santa de Nuestro querido Martos.
También, cómo no, dar las gracias a mi familia, y a mis amigos, que me quisieron acompañar en el acto de la presentación del cartel, en especial a Rafa, que hizo las fotos cuando yo evidentemente, no las podía hacer. xD. Mil gracias a todos. También quiero acordarme de varios amigos que por motivos de trabajo no pudieron estar conmigo en ese momento (¡a ver esa cena en el chino!!) y como no, quiero acordarme del Padre Albert, al que todos los que conocimos recordamos a diario, D.E.P..
Fue hace un mes y medio aproximadamente, cuando Víctor se puso en contacto conmigo, por si quería cederle algunas fotografías para este proyecto que tenía en mente, proyecto, al que tantas horas le ha dedicado buscando patrocinadores, personas para que les cedan sus fotografías, selección de las mismas…
Yo acepté, quedamos y se seleccionaron varias fotografías que cumplían con los requisitos que se buscaban para el cartel. Estas fotos se unieron a todas las fotografías ofrecidas por otros colaboradores de la Web.
Cual fue mi sorpresa, que hace unas semanas, Víctor me dijo: “Oye Francisco, que nos hemos reunido, y hemos seleccionado una fotografía tuya para el Cartel”, y esta alegría por la noticia, se vio aumentada cuando me dijo que era la fotografía de la quema de las Cruces con la Soledad, que tenía por título “Ardiente Soledad”.
Esta fotografía, a pesar de lo que puedan pensar algunos, es una fotografía buscada, no “salió de potra”, sino que está hecha a conciencia. No es una fotografía típica del Cartel de Semana Santa, ni tampoco es una fotografía que busque un perfil bonito de una imagen.
Explicaré un poco la simbología de la fotografía, y el por qué la Virgen no está enfocada.

La Cruz ardiendo, nos recuerda a la llama de la hoguera, que se enciende el sábado de Gloria, de la que se enciende el Cirio Pascual, que representa a Jesucristo Resucitado, “La Luz del Mundo”.
Por otro lado, en la fotografía, no se ve la Cruz entera, y esto nos recuerda (por lo menos a mí), a los oficios del Viernes Santo. Recuerdo cuando ayudaba de monaguillo a Don Cristóbal, con la imagen de Cristo Crucificado, y se iba quitando el paño morado de los brazos de la Cruz, destapándola poco a poco mientras se cantaba: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada, la salvación del Mundo” “Venid a adorarle”.
Bueno, pues esta fotografía, nos recuerda a ese momento, una escuadra de la Cruz, ardiendo (Jesucristo resucitando). Detrás, vemos a María de Nazaret, aquella niña elegida por Dios para ser madre de Jesús, por su sencillez, su inocencia y su pureza. Una Madre, que ha aceptado una vez más la voluntad de Dios Padre, en Soledad, esperando este ansiado momento de volver a ver a su Hijo, al que busca al anochecer.
Pero no la vemos con claridad, nos llama la atención, nos fijamos, e intentamos saber quién es esa mujer que está en segundo plano. Lo que destaca, es la “LUZ”. María, una vez más, y al igual que en su vida, “pasa desapercibida”, no destaca en la fotografía, aunque está ahí, como en todos los momentos importantes de la vida de su Hijo, al igual que en los momentos importantes y difíciles de nuestra vida.

Piensa… ¿No estaría Juan con María en estos duros momentos? Pensamos que sí, ya que María, físicamente, no estuvo sola, siempre estuvo acompañada. Su AUTÉNTICA SOLEDAD, es la que siente en su corazón, debido al vacío por la pérdida de su Hijo; su Soledad, es la que siente también porque piensa que Dios le ha fallado, que la ha abandonado.
Desde este punto de vista, vemos como Juan (autor del Apocalipsis, lleno de símbolos que nos dice que en medio de la desesperación, allí esta Dios, que Dios actúa), entre lágrimas, presiente que Jesús resucitará. María esta borrosa, pues después de largas horas de sufrimiento y de llanto (los que hemos llorado la pérdida de algún ser querido lo hemos comprobado), tras mirar durante largo rato a María, manteniendo la mirada fija, esa visión se desenfoca, sobre todo si se esta viendo pero no “mirando”, y pensando en esa Persona que ya no está.
Pues bien, esta es la simbología de la fotografía, tan aclamada por unos e incomprendida por otros.
Desde aquí quiero dar las gracias a Víctor, además de mi más sincera enhorabuena por la gran labor que está haciendo por dar a conocer la Semana Santa de Nuestro querido Martos.

También, cómo no, dar las gracias a mi familia, y a mis amigos, que me quisieron acompañar en el acto de la presentación del cartel, en especial a Rafa, que hizo las fotos cuando yo evidentemente, no las podía hacer. xD. Mil gracias a todos. También quiero acordarme de varios amigos que por motivos de trabajo no pudieron estar conmigo en ese momento (¡a ver esa cena en el chino!!) y como no, quiero acordarme del Padre Albert, al que todos los que conocimos recordamos a diario, D.E.P..
Para saber el por qué de una fotografía, de una pieza musical, pintura, escultura… no nos podemos quedar en lo superficial, debemos de intentar buscar el significado de esa obra, su simbología, y desde mi punto de vista, un cartel, además de ser bonito, tiene que tener un porqué y un significado, porque para eso es un “cartel” que nos da una referencia o muestra de algo o alguien, en este caso, a un momento característico de la Semana Santa Marteña.
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